No te encuentro

¿Por qué me miran

miles de ojos

nítidos, brillantes

pero a ti no te encuentro?

He recorrido con la mirada el cielo.

He contemplado a tus secuaces

pero a ti no te encuentro.

Sin embargo

ambos sabemos que mañana,

cuando caiga la tarde

volveré para encontrarte.

Miguel Ox

Las puertas del olvido

Abrió la puerta.

Se llevó la pluma

no dejó la tinta

prendió los cuadernos.

Cerró la puerta.

Subieron las enredaderas

telarañas, polvo y mierda.

Miguel Ox

Reflexión sobre una mentira

*

¿Quién ha de poner barreras

Al grito de las conciencias?

¿Quién detiene a las tormentas?

¿Quién es el que tiene el poder

Que detenga las mareas

Y prohíba a los árboles
                                    [crecer?

En el horizonte, montañas.

¿Quién las nieva?

¿Quién ordenó las rocas?

**

La autoridad es una mentira

Burda, sucia y asquerosa

Mentira que se sufre 

Y pesa como una losa.

Miguel Ox

Escribo

No, no hay cárcel para el hombre.

No podrán atarme, no.

Este mundo de cadenas

me es pequeño y exterior.

¿Quién encierra una sonrisa?

¿Quién amuralla una voz?

Miguel Hernández (1910-1942)

Escribo a la luna,

Dama plateada

Escribo a una sombra

                      [sin nombre

A una noche estrellada.

Escribo a la vida,

Escribo a la muerte:

Donde nada termina - 

¿Quién pone el final?

Escribo sobre las nubes

Que volando me llevan.

Escribo a las luces

Y al dolor del las tinieblas

Que me encierren,

Si quieren,

No pondrán muros tan altos

Que a los versos silencien.


Miguel Ox

Río

''Hasta que no sean conscientes de su fuerza no se

 rebelarán, y hasta después de haberse

 rebelado no serán conscientes.

 Éste es el problema''

George Orwell, 1984

¡Qué extraño y pálido te veo, amigo!

Maldita paz que esconde recelosa

La desgracia, el horror y la derrota.

¿Cuándo murieron los peces                                       

                      que luchaban contra tu corriente?

Los cadáveres podridos se alimentan entre ellos.

Miguel Ox

Per ignem

Tomó asiento junto al fuego y asistió, perplejo, a un baile de sombras y luces, de elegancia majestuosa. Centró su mente y espíritu en aquel ente, que calentaba e iluminaba todos los recovecos de su ser.
Sintió como, poco a poco, iba sintiéndose parte del fuego, llameante, juguetón. Siendo ya llama viva, se percató de que más allá de negros parajes y sombras, existía dentro de él una fuente de luz y calor, esperando a ser utilizada.

Miguel Ox