Tomó asiento junto al fuego y asistió, perplejo, a un baile de sombras y luces, de elegancia majestuosa. Centró su mente y espíritu en aquel ente, que calentaba e iluminaba todos los recovecos de su ser.
Sintió como, poco a poco, iba sintiéndose parte del fuego, llameante, juguetón. Siendo ya llama viva, se percató de que más allá de negros parajes y sombras, existía dentro de él una fuente de luz y calor, esperando a ser utilizada.
Sintió como, poco a poco, iba sintiéndose parte del fuego, llameante, juguetón. Siendo ya llama viva, se percató de que más allá de negros parajes y sombras, existía dentro de él una fuente de luz y calor, esperando a ser utilizada.
Miguel Ox
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